AC Y CAMBIO CLIMÁTICO
La Agricultura de Conservación supone una medida de doble acción frente al Cambio Climático en términos de mitigación, por cuanto promueve procesos de fijación del Carbono atmosférico y de reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera.
EFECTO SUMIDERO

La AC, al dejar los restos vegetales de las cosechas en superficie, introduce algunos cambios importantes de la dinámica de C en el suelo favoreciendo su secuestro. La combinación de los restos de cosecha sobre la superficie y la no alteración mecánica del suelo produce como resultado directo una reducción de la tasa de descomposición de los mismos; una disminución en la mineralización de la materia orgánica de suelo debido a una menor aireación y a una también menor accesibilidad de los microorganismos, provocando finalmente a un aumento en el contenido de carbono en el suelo.
Además, una parte importante de esta materia orgánica humificada superficial, es incorporada hacia el interior del suelo por las lombrices, cuya población se ve muy favorecida por la AC Todo ello supone que, en suelos con cultivos bajo AC en los que no se realizan operaciones de laboreo, se absorbe y almacena más carbono, que previamente había sido fijado en la planta gracias a la fotosíntesis, sintetizando más materia orgánica, lo que a largo plazo aumenta su capacidad productiva, y al mismo tiempo disminuye el CO2 que se libera a la atmósfera.
En base a trabajos revisados de España, las técnicas de conservación son capaces de fijar de media, hasta 5,68 toneladas por hectárea y año de CO2 más que las técnicas convencionales en los primeros 10 años de implantación.
REDUCCIÓN DE EMISIONES DE CO2

La reducción drástica del número de labores junto con la no alteración mecánica del suelo que se dan en la AC supone una disminución de las emisiones de CO2 derivada de la reducción de los procesos de mineralización de la materia orgánica y del ahorro energético.
Así pues, cuanto menos se labra, se disminuye la cantidad de CO2 que se libera a la atmósfera, ya que las continuas labores oxigenan el terreno en exceso, lo que favorece la oxidación del carbono, que se emite en forma de CO2.
Por otro lado, Las operaciones de laboreo son las que más combustible fósil consumen, siendo reseñable que a lo largo de una la campaña, con Agricultura de Conservación, podemos ahorrar más del 50% del gasoil necesitado frente a un sistema convencional.
Por estas razones, la Agricultura de Conservación se ha reconocido como actividad capaz de reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera hasta un 22%.