AC Y ENERGÍA
En general, todos los cultivos implantados bajo Agricultura de Conservación requieren menor cantidad de energía que en laboreo convencional, siendo el mayor consumo de combustible en la preparación del terreno el principal responsable en esta diferencia. En términos relativos, la diferencia entre los sistemas de laboreo tiende a reducirse en función de la cantidad de fertilizante utilizado, dado que la incidencia de dicho factor en el consumo energético es importante, suponiendo algo más del 50% en el caso de los cereales.
En lo que respecta a los cultivos herbáceos, la Siembra Directa es la práctica que mayores reducciones en el consumo energético provoca. Las mínimas reducciones se dan en los cultivos de maíz del norte de España (5,93%) motivado por el mayor número de tratamientos fitosanitarios que se realizan en relación al laboreo convencional. En los cultivos cerealistas, las reducciones en el consumo energético oscilan entre un 13% y un 45% dependiendo de la zona considerada, dándose los mayores valores en las zonas cerealistas de Navarra. Los resultados obtenidos con la Siembra Directa en girasol llegan a ser espectaculares, alcanzándose valores de hasta un 60,45% de reducción en el consumo energético, motivado no sólo por la disminución del número de labores, sino también por las menores aplicaciones de fertilizantes.
La implantación de cubiertas vegetales en cultivos leñosos también supone una reducción en el consumo energético debido principalmente a la no realización de labores entre las calles de las plantaciones. En estos casos, los ahorros que se consiguen no llegan a ser de la misma magnitud que en los cultivos herbáceos, debido al gasto energético que supone el manejo de la cubierta vegetal, alcanzándose valores de reducción energética entre un 4% y un 17% respecto a las prácticas convencionales.