Desde casi los inicios de la Agricultura de Conservación, los propios agricultores se han encargado de eliminar los clichés. El gran interés acerca de la agricultura de conservación a lo largo y ancho del planeta se demuestra por la rápida expansión de la técnica más conocida dentro de la agricultura de conservación: la Siembra Directa. De apenas 45 millones de hectáreas en 1999, ha pasado a 157 millones de hectáreas en 2010. Los motivos para este aumento, se derivan principalmente de los beneficios económicos que conlleva, basados en la reducción drástica de operaciones, que comporta un menor consumo de combustibles y un menor número de máquinas y de sus pases en campo.
Hoy podemos afirmar que casi en todos los países del mundo hay experiencias sobre Agricultura de Conservación, con mayor o menor intensidad. Desde las frías zonas de Canadá o Finlandia, hasta los casi desiertos de Australia, pasando por zonas tropicales como Colombia o Kenia. Desde zonas mediterráneas, como España o Argelia, hasta islas como las Malvinas o Madagascar. Es por ello, que los suelos susceptibles para practicar agricultura de conservación son todos aquellos donde se puede practicar la agricultura.