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Life Agromitiga: Las prácticas sostenibles que ahorran costes y recursos

By 12 abril 2023diciembre 12th, 2023No Comments

Apostar por la Agricultura de Conservación es necesario para ir en línea con la nueva PAC y los eco regímenes.

Con el cambio climático protagonizando la realidad donde se mueve el sector agrario, y con una PAC con más exigencias medioambientales que las anteriores, apostar por la sostenibilidad es ya obligatorio para los agricultores andaluces.

Por tanto, optar por la Agricultura de Conservación no es solo una opción, sino el camino para mantener, e incluso incrementar, la rentabilidad de las explotaciones, a través de dos vías: la reducción de costes que conllevan las prácticas agrícolas enmarcadas en dicha Agricultura de Conservación, y los eco esquemas de la nueva PAC, puesto que muchas de estas prácticas también van enmarcadas en los nuevos eco regímenes.

En este marco, el proyecto Life Agromitiga, que afronta su último año y está coordinador por la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos (AEACSV), celebró en el Parlamento Europeo, un seminario en el que trasladó los resultados de los trabajos desarrollados junto al sector agropecuario andaluz para avanzar en la implantación de la Agricultura de Conservación y el desarrollo de las buenas prácticas agrarias que contribuyan a mitigar el cambio climático y sus efectos.

Life Agromitiga cuenta con la participación de ASAJA Sevilla, la Universidad de Córdoba, el Instituto Andaluz de Investigación Agraria y Pesquera (IFAPA), la Junta de Andalucía y la Federación Europea de Agricultura de Conservación (ECAF).

Captación de carbono en tierras agrícolas

Bajo el epígrafe «La agricultura del carbono: desafíos y oportunidades para los agricultores europeos», agricultores, investigadores y técnicos pusieron sobre la mesa los avances en Agricultura de Conservación, que contribuye a la captación neta de carbono en tierras agrícolas y permite, además, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, evitar la erosión e incrementar el secuestro de CO2 en el terreno.

Cabe recordar que la agricultura de conservación es un sistema de manejo aplicable tanto a cultivos extensivos como a cultivos leñosos. Se basa en tres principios: eliminar el laboreo del suelo, mantener una cubierta vegetal en al menos el 30% de la superficie del suelo, y la rotación de cultivos.

Durante la última década, las explotaciones que han implantado tanto la siembra directa como las cubiertas vegetales no han parado de crecer en España. En concreto, el uso de las cubiertas vegetales ha aumentado un 15% y la siembra directa aún más, un 65%.

Datos del Ministerio

Los datos del Ministerio de Agricultura secundan esta progresión. En concreto, en 2021, últimos datos registrados, las cubiertas vegetales ocuparon en España una superficie de 1,35 millones de hectáreas agrícolas, lo que supone el 25% de la superficie total de cultivos leñosos. La cubierta espontánea es la técnica mayoritaria, destacando especialmente su uso en olivar con 781.026 hectáreas (un 28% de la superficie de este cultivo).Por otra parte, la siembra directa alcanzó las 845.000 hectáreas, casi el 12% de la superficie de cultivos herbáceos.

En este marco, el seminario sobre el proyecto Life Agromitiga fue inaugurado por el parlamentario y miembro de la miembro de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo, Juan Ignacio Zoido; el presidente de Asaja Sevilla, Ricardo Serra, y el director ejecutivo de AEAC.SV, Óscar Veroz.

Coste de la inacción

Las dos mesas redondas que se celebraron contaron con la presencia de diversos expertos, como el profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba, Emilio González, que cifró en 50.000 millones anuales de euros el coste de la inacción sobre la degradación del suelo en la Unión Europea.

Es más, según aseguró González, el potencial de mitigación de la agricultura de conservación en España se estima en 53 millones de toneladas de CO2 al año, cifra que compensaría la totalidad de las emisiones del sector agrario en nuestro país. Según sus previsiones se podrían capturar hasta 189 millones de toneladas de dióxido de carbono al año en la Unión Europea con la implantación de estas prácticas sostenibles.

Para trabajar en este objetivo, Life Agromitiga ha actuado sobre todo en Andalucía, donde ha llevado a cabo trabajos en 36 fincas, aunque sus resultados son extrapolables a toda la cuenca mediterránea, ya que también se trabaja en 9 fincas de otros países europeos. De esta forma, se han desarrollado herramientas y actuaciones que potencian esa capacidad mitigadora, evaluando el impacto de diferentes prácticas agrarias y de manejo en cultivos herbáceos y leñosos.

La conclusión más importante es que los suelos agrícolas pueden ser sumideros de carbono de gran importancia sin que esto afecte a la producción.

«Con este proyecto se espera contribuir a la transición hacia un sistema agrario hipocarbónico, aportando resultados validados aplicables a los compromisos de la UE en materia de cambio climático», resaltan desde Asaja Sevilla.

Principales resultados

Entre los resultados, resalta que en cultivos herbáceos, por ejemplos, son las fincas en las que el agricultor ha apostado por la siembra directa como sistema de manejo las que presentan un 40% y un 20% más de CO2 en los suelos que en el laboreo convencional.

Por otra parte, en los últimos dos años se ha reducido un 18 % el consumo de energía en dichas fincas experimentales, además de optimizar el uso de fertilizantes. En definitiva, un ahorro de costes, un uso más eficiente del agua y una mejora de la sostenibilidad del entorno.

Los distintos estudios enmarcados en LIFE Agromitiga, y en otras iniciativas de la Asociación Española Agricultura de Conservación, demuestran que, con técnicas como la siembra directa o las cubiertas vegetales, las producciones se mantienen en buen estado y en años secos, cada vez más frecuentes por el efecto del cambio climático, los cultivos responden mejor y hacen un uso más eficiente del agua que retiene el suelo. Además, al prescindir del laboreo, los costes del cultivo se reducen y, por ende, los beneficios de los agricultores tienden a incrementarse.

Por otro lado, para facilitar el trabajo de los agricultores, entre los objetivos del proyecto se contempla el diseño e implantación de una metodología para calcular la huella de carbono en la fase agronómica de los cultivos, de tal forma que se pueda integrar en las normativas integrales de verificación y cálculo de la huella de carbono.

Créditos de carbono

A raíz del cálculo de balance de carbono de las explotaciones, hay que destacar os incentivos para apostar por la agricultura de conservación: los créditos de carbono. A pesar de que la Unión Europea aún no ha regularizado el mercado del carbono, aumentan las empresas que exceden la cantidad de gases de efecto invernadero y necesitan acudir a estos créditos de carbono para compensar dichas emisiones. En definitiva, los agricultores pueden recibir compensación económica por el CO2 que no emiten a la atmósfera.

De hecho, Juan Ignacio Zoido, del Grupo Popular Europeo, hacía referencia a ingresar por ser más sostenible, asegurando que «al igual que el que contamina paga, el que descontamina debería cobrar».

Fuente: sevilla.abc.es

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