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Agricultura de Conservación, la gran aliada de los productores europeos para garantizar el futuro

By 30 junio 2023diciembre 12th, 2023No Comments

Expertos de distintos ámbitos relatan la importancia de extender una nueva filosofía al sector de cara a conservar los recursos naturales, la biodiversidad y la mano de obra. Te contamos las claves.

Conservar y mejorar los suelos, además de hacer un uso más eficiente de los recursos naturales. Ese es el principal rasgo de la Agricultura de Conservación (AC), un modelo agrícola vinculado a los principios de respeto al medio ambiente que promulga la nueva política agraria común (PAC) en línea con el Pacto Verde Europeo, firmado por la Comisión Europea en 2019. De hecho, según un estudio técnico – científico elaborado por la ECAF presentado en Bruselas esta semana, con el patrocinio de Bayer Crop Science y el apoyo técnico de PwC, este sistema productivo es clave para lograr un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente.

Sus cimientos se basan en la no alteración del suelo agrícola mediante acciones de laboreo, en preservar la cubierta vegetal permanente en la superficie y en la rotación o diversificación de cultivos. La AC es un sistema que ofrece soluciones reales, comprobadas científicamente, y sostenibles para la continuidad de la agricultura en España.

«Un centímetro de suelo tarda cien años en hacerse, o más. Si labras, oxidas la materia orgánica y tienes una pérdida de fertilidad del suelo. Por lo que si sigues con esa dinámica de gestión agronómica, llegarás a tener un suelo estéril. La AC revierte el ciclo y, además de paliar la erosión, producimos materia orgánica, que favorece la aparición de seres vivos que habitan en el suelo, contribuyendo a la biodiversidad», explica Miguel Barnuevo, vocal de la AEAC y presidente de la Asociación Albaceteña de Agricultura de Conservación.

Entre los hallazgos derivados de este estudio realizado en Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, Polonia y España se encuentra por ejemplo que, frente a la erosión: la AC evita la pérdida de casi 34 toneladas de suelo por hectárea al año respecto a la agricultura basada en el laboreo. Además, se pone de manifiesto que el 38% de los agricultores de la UE abandonaría las técnicas de la AC si no fuera por el glifosato.

«Hay una vinculación directa de la pérdida de suelo con los episodios de lluvias», dice Rafael Calleja, gerente de Hermanos Calleja e ingeniero agrónomo, «pero con la AC tenemos una cubierta con raíces y la raíz pertenece al suelo; así evitamos la erosión que provocan las lluvias torrenciales. Se reduce la escorrentía y aumenta la absorción. Sin embargo, cuando el suelo está labrado y caen cien litros de agua, se van setenta. Y esa agua se lleva la arcilla, el limo… Se lleva materia orgánica y perdemos el potencial de producir alimentos».

REDUCCIÓN DE COSTES PARA EL AGRICULTOR

La mejora de la salud del suelo significa también un incremento de carbono. Según el estudio la AC ahorra de 1,4 a 5 toneladas de CO2 al año. Es, por tanto, un modelo que aporta beneficios sobre el terreno, el agua, la biodiversidad, el aire, pero también para el agricultor: no aprovechar su potencial supone una disminución del valor de la producción de 2.680 millones de euros sin el uso de glifosato, herramienta esencial para esta práctica, y aumenta en un 45% los costos con el uso de alternativas químicas. «A nivel económico, lo más llamativo es la reducción de costes», señala Julio Román, Project manager de la Federación Europea de Agricultura de Conservación.

«Al eliminar o suprimir toda la acción de laboreo, suprimimos el uso de combustibles fósiles. Eso puede suponer un ahorro de 45 o 50 euros por hectárea. Económicamente también se traduce en ahorro la disminución de la pérdida del suelo de, en algunos casos, hasta un 95%. Pero no sólo tenemos una mayor rentabilidad de la explotación, también se reduce el tiempo que dedica el agricultor a la actividad agrícola. Tiempo que puede dedicar a otras actividades. Y, si la agricultura resulta rentable, tenemos más herramientas para combatir también la despoblación rural», dice.

Más de 2 millones de hectáreas de superficie cultivadas en España con este sistema sostenible están poniendo de manifiesto el enorme potencial que la AC tiene para nuestro país. La creciente demanda social de producir más y mejores alimentos asegurando la sostenibilidad medioambiental y manteniendo o incluso incrementando la rentabilidad de las explotaciones supone una gran oportunidad para el sector agrícola.

«Lo hicimos porque veíamos que la tierra se nos iba, pero en ese momento no éramos capaces de cuantificar la magnitud de todo esto. Y es que cuando pierdes el suelo, pierdes la capacidad productiva de los alimentos, y ese es un problema gravísimo. Dada su condición de eslabón central del sistema agroalimentario, la agricultura contribuye a la generación de riqueza y empleo y no solo de forma directa, sino también de forma indirecta, a través de su estrecha relación con otros sectores como la industria agroalimentaria o la distribución y la comercialización», añade.

RETOS PARA EL FUTURO

Para poner en práctica la AC, tanto los fitosanitarios, donde destaca el glifosato, como las sembradoras de siembra directa resultan fundamentales. El primero contribuye al control de las malas hierbas de forma más efectiva y eficiente que métodos alternativos y su uso está asociado a mayores productividades y menores costes. Y las sembradoras directas, al no labrar, no causan perturbación en el suelo y permiten que el rastrojo quede entre la cosecha; al mismo tiempo, el uso de este tipo de máquinas supone para el agricultor un ahorro de costes y una mayor productividad.

«El problema», apunta Ignacio Ruiz Abad, secretario de ANSEMAT e ingeniero agrónomo, «es que muchas veces no se piensa en invertir en prácticas agronómicas que van a tener buen resultado a futuro. Porque cuando tienes que adaptar tu explotación a un cambio, también necesitas adaptar la maquinaria, y eso en un planteamiento y mentalidad a corto plazo que no siempre resulta sencillo, ya que muchas veces el agricultor no tiene recursos. Adaptarse a un sistema nuevo requiere inversiones y formación y, por eso, también me parece importante entender la AC como oportunidad y una recomendación por parte de aquellos que la han puesto en práctica y han visto que se trata de una alternativa respetuosa y eficiente con los recursos naturales».

A lo que Julio Román añade: «Hace falta apoyar este tipo de maquinaria porque es esencial, pero también enseñar cómo se usa y por qué, ya que mantener la vida del suelo es lo que nos asegurará el futuro».

España es líder europeo en Agricultura de Conservación «pero su potencial podría alcanzar el 92% de la superficie española», matiza Julio Román. Un desafío que implica la unión del sector agrícola en la construcción de una estrategia que coordine y oriente el esfuerzo y la actuación de los principales agentes e instituciones hacia un mismo objetivo.

«Es curioso ver como en el caso de España existe mucha investigación sobre desertificación y erosión, pero de lo que no hay tanta literatura es de las soluciones a este problema. Y la AC es una de las grandes soluciones, por eso ahora Europa también empieza a apostar por ella», explica Miguel Barnuevo. Y es que la AC supone un balón de oxígeno para un sector estratégico que busca un mundo más verde. «El escenario en el que nos encontramos requiere un tipo de agricultura alineada a nivel social, económico y medioambiental. Y la AC ofrece soluciones reales, comprobadas científicamente», comenta Román.

Una práctica que contribuye a potenciar una economía de cero emisiones, baja en carbono, sostenible, que cumple con los compromisos adquiridos por los países europeos para los próximos años. «Se trata de un cambio de mentalidad, de pensamiento, que nada tiene que ver con la juventud o con la edad. Todos podemos cambiar la manera de producir hacia un modelo más sostenible», sentencia Barnuevo.

Fuente: abc.es

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